Depresión: terapia experimental con resultados alentadores
Nuevos estudios sobre la estimulación del nervio vago han emergido en los últimos años como una esperanza para tratar la depresión grave resistente a los tratamientos convencionales con fármacos.
En 2005, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó esta terapia para tratar la depresión unipolar y bipolar resistente a otros enfoques, dos décadas después, recientes ensayos clínicos y avances tecnológicos comenzaron a arrojar luz sobre sus ventajas y limitaciones, marcando un nuevo capítulo en la comprensión de esta tecnología.
El nervio vago, presente tanto en el lado izquierdo como en el derecho del cuerpo, conecta el cerebro con órganos esenciales como el corazón, los pulmones y el tracto digestivo. A través de esta red, que transmite información sensorial al cerebro, los investigadores han tratado de avanzar en la mejor comprensión y tratamiento de distintas enfermedades cerebrales, desde los años 90.
A pesar de sus beneficios, la terapia de estimulación del nervio vago enfrenta barreras como el costo elevado y la falta de cobertura por parte de aseguradoras y sistemas de salud (Imagen Ilustrativa Infobae)
Inicialmente, los ensayos de estimulación del nervio vago (VNS, por sus siglas en inglés) se enfocaron en pacientes con epilepsia refractaria, que lograron una reducción significativa en la frecuencia y severidad de las convulsiones. Sin embargo, observaciones casuales llevaron a los científicos a notar mejoras emocionales en estos pacientes, abriendo la puerta a su exploración como tratamiento para la depresión.
Según la neurocirujana Aviva Abosch de la Universidad de Nebraska, “la estimulación del nervio vago es un tratamiento para personas con depresión mayor que no han respondido a la terapia cognitiva conductual ni a los tipos habituales de medicamentos antidepresivos”.
La terapia de estimulación del nervio vago para la depresión resistente al tratamiento consiste en implantar un dispositivo similar a un marcapasos debajo de la piel en el pecho con un cable conectado al nervio vago izquierdo en el cuello. El proceso para implementar esta tecnología es invasivo, ya que requiere una cirugía para implantar este electrodo en la base del cerebro y por debajo de la piel hasta el tórax.
Este generador emite pulsos eléctricos que estimulan áreas del cerebro vinculadas con la regulación del estado de ánimo. Una vez implantado, los psiquiatras ajustan los parámetros de estimulación según las respuestas del paciente.
Pese a sus beneficios potenciales, la VNS no está exenta de riesgos. Entre ellos destacan posibles infecciones, fallos en el dispositivo y complicaciones relacionadas con la anestesia general. Además, pacientes con tendencias suicidas activas o condiciones médicas que impidan el uso de anestesia general no son candidatos para esta terapia. “Cualquier dispositivo implantado conlleva el riesgo de infección durante la vida de esa persona”, explica Abosch.
El ensayo clínico RECOVER, liderado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, representa el mayor esfuerzo por evaluar de manera sistemática la eficacia de la VNS en pacientes con depresión grave resistente al tratamiento. Este estudio multicéntrico involucró a 493 participantes en 84 sitios de los Estados Unidos, todos ellos con un historial promedio de 13 tratamientos fallidos.
Los resultados, publicados en la revista Brain Stimulation, revelaron mejoras significativas en los síntomas depresivos, la calidad de vida y la capacidad funcional de los pacientes con dispositivos activos.
Charles R. Conway, investigador principal del estudio y profesor de psiquiatría en WashU Medicine, declaró: “La cantidad de mejora experimentada por los participantes podría ser la diferencia entre no poder levantarse de la cama y ser productivos e interactuar eficazmente con sus seres queridos”. Aunque la remisión no fue total, las evaluaciones mostraron beneficios claros, especialmente durante los últimos meses del ensayo.
Todos los participantes del estudio sufrían de depresión severa que no podía tratarse de manera efectiva con medicamentos u otros enfoques. Tres cuartas partes de los participantes estaban tan enfermos que no podían trabajar. A cada participante se le implantó un dispositivo que estimula el nervio vago izquierdo, un conducto principal entre el cerebro y los órganos internos, pero solo la mitad de los dispositivos estaban encendidos.
Los investigadores rastrearon las respuestas de los participantes utilizando múltiples herramientas de evaluación validadas. Si bien la herramienta de evaluación principal no reveló diferencias significativas entre los grupos que usaron y no usaron el dispositivo, muchas de las otras medidas mostraron beneficios significativos al usarlo.
“Estos pacientes están extremadamente enfermos y la mayoría lo han estado durante mucho tiempo. En promedio, cada paciente ya había probado 13 tratamientos que no los ayudaron antes de inscribirse en el ensayo, y habían pasado más de la mitad de sus vidas enfermos de depresión. Pero a pesar de ese nivel superalto de enfermedad sostenida, aún vemos mejoras estadísticamente relevantes y mensurables en los síntomas depresivos, la calidad de vida y los resultados funcionales”, dijo Conway.
Y agregó: “Las mejoras observadas pueden cambiar la vida de estos pacientes con depresión severa y refractaria. La depresión severa puede dejar a las personas paralizadas por la vida”.
Uno de los principales obstáculos para la adopción generalizada de la VNS ha sido su costo elevado, agravado por la falta de cobertura por parte de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) y de muchas aseguradoras privadas. El dispositivo, junto con la cirugía de implantación, representa un gasto significativo. Sin embargo, el ensayo RECOVER se diseñó para recopilar datos que permitan a los CMS considerar la inclusión de esta terapia en sus planes de cobertura, lo que podría facilitar su acceso a un mayor número de pacientes.
Conway destacó que el estudio también busca identificar las características de los pacientes más propensos a responder a esta terapia. Se planea un seguimiento adicional de cuatro años para evaluar la duración de los efectos y el impacto a largo plazo en la vida de los participantes. “Cuando el paciente responde, los efectos generalmente se mantienen”, enfatizó Conway.
Uno de los hallazgos más reveladores es que las mejoras no son inmediatas. Durante los primeros meses, los pacientes con dispositivos activados mostraron progresos lentos, pero constantes. Los últimos tres meses del ensayo fueron clave para observar mejoras significativas en calidad de vida y función diaria.
A pesar del progreso, aún existen barreras importantes, incluyendo la necesidad de superar el estigma asociado con la depresión y las terapias neuroquirúrgicas. “El cerebro es como cualquier otro sistema orgánico. Puede tener problemas y existen tratamientos para esos problemas”, destacó Abosch. La investigación en curso sobre la VNS podría allanar el camino para tratamientos más efectivos y accesibles, redefiniendo el panorama para quienes padecen depresión severa y refractaria.
Los expertos a cargo del estudio concluyeron que la estimulación del nervio vago representa un avance clave en el tratamiento de la depresión resistente, aunque su aplicación generalizada dependerá de más estudios y decisiones sobre su viabilidad económica.
Por Víctor Ingrassia