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¡No Te Olvides De Recordar!: Un Consejo Para Cuando La Memoria Falla

Me asombra la cantidad de veces que Dios debe recordarnos las cosas. Creo que todos estamos de acuerdo en que las personas, en general, somos bastante olvidadizas. Planes, citas médicas, reuniones, todo debemos agendar porque los planes son muchos y nuestra memoria es limitada.

En esta época, donde se termina el año y se cierran etapas, suelen haber muchas más actividades que de costumbre y es justo cuando más debemos recordar minuciosamente el día a día y hasta los horarios de cada una de nuestras obligaciones.

Dios nos creó, Él nos conoce como nadie, incluso más que nosotros mismos, y es por eso que la Biblia está llena de recordatorios. Muchos versículos hablan de recordar. Recordar el amor de Dios para con nosotros. Recordar su sacrificio y sus planes para nuestro bien. En el libro de Salmos nos habla de recordarle a nuestra propia alma, a nuestra propia mente quién es Él, y todas las bendiciones que tiene para nosotros.

Acompáñame al Antiguo testamento, pensemos juntos en el pueblo de Israel. Dios los sacó de Egipto, el lugar donde eran esclavos, pero sus años en el desierto hicieron que se olvidaran de ese milagro. Olvidaron el poder de Dios, y muchas veces, hasta se olvidaron del mismísimo Dios. Olvidaron que eran Su pueblo y de que Él los amaba y jamás los iba a dejar desamparados.

Este ejemplo no es para juzgarlos, porque es justo lo que hacemos nosotros. Cuando las cosas se ponen difíciles, cuando Dios nos saca de un lugar y nos hace vagar un tiempo por el desierto, casi automáticamente olvidamos de que Él sigue teniendo el control, olvidamos que Él es un Dios de amor, de propósitos y que Sus planes son de bien. Cuando las cosas funcionan bien, muchas veces solemos cometer el mismo error, como todo va bien no necesitamos estar en comunión con Él.

Te propongo este fin de año y, por qué no, todo el año que viene (y los que nos quedan por delante): RECORDAR. Recordar quien es nuestro Dios, qué hizo por nosotros. Recordar Su amor, Su sacrificio, Sus milagros, las veces que estuvo cuando no podíamos más. Recuérdale a tu mente, tu alma, tu corazón y tus pensamientos que tu Dios es el mismo Dios que caminó sobre el agua con Pedro, el mismo Dios que resucitó muertos, el mismos Dios que sanó enfermedades terminales, que dio vida en un vientre estéril, que murió por AMOR, que se sacrificó por ti, y que resucitó para salvarte.

Recuérdalo, escríbelo, pégalo en las paredes de tu casa, ponlo de fondo de pantalla en el celular, léelo en la Biblia de noche y de día, compártelo con amigos y vecinos, enséñaselo a tus hijos y familia. No te olvides de recordar que cada detalle de tu año, el pasado y el porvenir, están bajo control del Creador del mundo.

«Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios» – Salmos 103:2

«¿Por qué te abates, oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío» – Salmos 42:11

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