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Lollapalooza Chicago: el espíritu adolescente de Blink-182 cerró un festival demencial

De esta manera termina un viaje increíble donde no faltó absolutamente nada.

La fiesta en algún momento tiene que llegar a su fin, y así fue. En un domingo inmejorable, con unos 30 grados, cielo despejado y colmando las 129 hectáreas del venue, se reunió público de todas partes del mundo, de todas las edades y de todos los colores, con un único objetivo: vivir un bombardeo sonoro de artistas que ocuparon cada uno de los géneros musicales.

Siendo fiel a mi estilo, me dirigí a uno de los escenarios más pequeños y descubrí una muy buena banda. Cuando ya estaban a unos cuatro temas de terminar, me encontré con los “Teatry Oak Revival” desde Austin, Texas. Su cantante, con una energía, actitud y voz tipo country mezclado con una especie de alternativo con guitarras electroacústicas, hizo corear al gran público que se agrupó en un sector comparable a un Vorterix lleno.

Paré por un poco de agua y seguí caminando, cruzando el predio donde encontré a las chicas de “Last Dinner Party”, banda en la que hasta hace muy poco tocaba una gran baterista argentina llamada Daiana Azar. Nacidas en Londres, combinan una música tan cargada como sus vestuarios: un art rock post-punk, con influencias desde Bowie hasta Kate Bush, como ellas afirman. Tocaron en uno de los escenarios más grandes y la respuesta de la gente fue cantar la mayoría de sus canciones.

Una de las bandas más geniales que han pasado por Argentina en festivales anteriores y que se acopló perfectamente para poner a bailar y contagiar su energía tan particular fue, sin dudas, “Two Door Cinema Club”. Mientras caía la tarde noche sobre el cielo norteamericano, con gente saltando, sentada y muchos alimentándose y recargando energías, sonaron canciones como “Are We Ready?” y “What You Know”. Alex Trimble, su cantante, cada vez que mencionaba la palabra “Chicago”, el público coreaba como un gol de su equipo favorito.

Finalmente llegaron ellos, la frutilla del postre, para recordarnos lo jóvenes que podemos seguir siendo, aunque los años pasen. Aparecieron en escena los eternos adolescentes, Blink-182, y lo hicieron con todo. No faltaron ni los éxitos de siempre como “Miss You”, “Adam’s Song”, ni “The Rock Show”, ni los chistes básicos de niño adolescente que está en etapa de crecimiento, nombrando de a decenas la palabra “cul”, “pito”, “tu mamá”, etc. De todos modos, la gente ya los conoce y están acostumbrados a que sigan pareciendo unos jóvenes irreverentes, que recién están empezando en la música y les festejaron absolutamente todo.

El corazón de la banda es, sin dudas, el bestial Travis Barker, que a una velocidad imposible de seguir, golpeaba certeramente cada parche de su batería para darle una base sólida a las canciones, para que salgan con mucha potencia desde los cimientos, acompañado por sus amigos convertidos en hermanos de toda la vida, como lo son Tom DeLonge y Mark Hoppus, quien se mostró muy saludable después de los problemas que afrontó.

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