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Las mujeres como enemigas en el primer Ni Una Menos del gobierno de Milei: consignas y resistencias

Este 3 de junio está atravesado por la masacre de Barracas, la situación crítica de los comedores, el hambre y los despidos tanto en el sector público como en el privado. Es la primera vez que el 3J se enfrenta a un gobierno que abiertamente las declaró como enemigas. Consignas, la importancia de salir a la calle y la masividad como respuesta.

Este 3 de junio se cumplen nueve años del primer Ni Una Menos, la marea feminista que nació en 2015 como una expresión de repudio ante el femicidio de Chiara Páez en la provincia de Santa Fe. En ese entonces, el nivel de indignación y angustia llevó a distintas organizaciones feministas, familias y personas autoconvocadas a salir a las calles para exigir medidas que frenaran la violencia machista. El impacto fue tal que desde entonces la consigna «Ni Una Menos» se adoptó en todo el continente, expandiéndose más adelante a otras partes del mundo. Aquella manifestación que fue un hito en la historia de los movimientos feministas de nuestro país, se enmarcó en un momento político caracterizado por la ampliación de derechos; hoy, el panorama es completamente diferente. Sin embargo, las convocatorias se multiplican a lo largo del país, centradas en el ajuste, el hambre y la violencia que el gobierno de Milei ejerce desde su asunción. También se exige justicia por los crímenes de odio de Andrea Amarante, Pamela Cobas y Roxana Figueroa, en un hecho considerado lesbicidio en el barrio de Barracas.

“Porque no es libertad, es odio. Porque no aguantamos más la crueldad de un gobierno que se vanagloria de no entregar alimentos, que promueve el odio contra las mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, maricas e intersex”, comienza la convocatoria de la organización en redes y continúa: “Porque se desmantelaron políticas públicas fundamentales para prevenir las violencias mientras los femicidios no paran de crecer. Porque despiden trabajadorxs del Estado fundamentales para garantizar derechos. Porque quieren silenciar y privatizar los medios públicos. Porque quieren aprobar la Ley Bases que nos quita el derecho a jubilarnos y nos transforma en una colonia para las corporaciones transnacionales. Porque con odio y hambre no hay libertad y porque el hambre es violencia”, concluye el agite para este 3 de junio.

El Destape conversó con sus organizadoras para conocer dónde encuentra este 3J a la marea feminista ante un gobierno que multiplica las desigualdades, ataca y amenaza a las mujeres, buscando debilitar las luchas constantes que permitieron el avance de derechos todos estos años.

¿Cómo llegamos a este 3J?
“Nos preparamos a través de asambleas que han sido, una vez más, un lugar para destilar la bronca y la rabia por lo que pasa, para abrazarnos, llorar y escucharnos entre nosotres”, cuenta Verónica Gago, integrante de Ni Una Menos. Estas asambleas no solo fueron fundamentales como espacios de catarsis emocional, sino también como lugares de organización y planificación. Este 3 de junio está atravesado por la masacre de Barracas, la situación crítica de los comedores, el hambre y los despidos tanto en el sector público como en el privado. Gago describe estos episodios como escenas de crueldad que reflejan el proyecto de empobrecimiento generalizado y odio que trae el gobierno de Milei. La masacre de Barracas, en particular, ha sido un recordatorio doloroso de la violencia que aún prevalece y la necesidad de seguir luchando.

Luci Caballero, también integrante de Ni Una Menos desde sus inicios, destaca que es la primera vez que el 3J se enfrenta a un gobierno que abiertamente las declaró como enemigas y en el marco de un retroceso en términos de derechos. Desde la campaña, Milei y su equipo niegan la desigualdad y la violencia de género, luego eliminaron el Ministerio de Mujeres, género y diversidad, desfinanciaron políticas públicas para prevenir violencias, políticas de salud sexual y programas sociales que sostenían a cientos de trabajadoras cooperativistas y laburantes de diferentes sectores. Programas que fueron cruciales para la supervivencia y el bienestar de muchas en sus territorios, y el impacto devastador recién empieza a sentirse. “Es un gobierno que ataca y desmantela las políticas de prevención de la violencias, las políticas destinadas a la reducción de brechas salariales, están desfinanciando y desapareciendo gran cantidad de políticas destinadas al reconocimiento de del cuidado, el plan ENIA, el que prevenía el embarazo adolescente, se ha eliminado el INADI estamos perdiendo muchísimos derechos en un contexto de crisis económica”, lamenta.

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