La gran fiesta que evoca historia y riojanidad: El Tinkunaco
La Rioja es una de las pocas ciudades que conservan el mismo lugar de su emplazamiento fundacional. El 20 de mayo de 1591 su fundador, Don Juan Ramírez de Velasco, trazó la cuadrícula de la que llamó Ciudad de todos los Santos de la nueva Rioja para “cumplir con todos y haberlos tomado por intercesores y cumplir con mi patria”. Era oriundo de San Millán de la cogolla provincia de La Rioja, Castilla La Vieja. Ramírez de Velazco clavó el árbol de la Real justicia en lo que hoy se conoce como Plaza 25 de mayo sobre el costado este donde hoy está el Superior Tribunal de justicia y emplazó enfrente el Cabildo que se convirtió más tarde en casa de gobierno en 1937. En el sitio que ocupa la iglesia Catedral ordenó construir el templo principal bajo el patrocinio de San Pedro Mártir. Así, el escenario de la ceremonia del Tinkunaco es el mismo que el de la fundación de la ciudad.
Con el nombre diaguitas los españoles designaron a Los Serranos que encontraron en el actual noroeste argentino y también del lado chileno. Se calcula que habrían recorrido este territorio desde aproximadamente unos 10000 años antes de Cristo aprovechando los frutos que le ofrecían los árboles autóctonos y los animales. Poco a poco fueron perfeccionando el manejo de elementos y añadieron el cultivo de la Tierra los que los llevó a radicarse definitivamente. Según los datos de las crónicas españolas eran “gente gallarda y bien vestida así como son de mayor ánimo y valentía que los demás y con mayor entendimiento”. Por eso Ramírez de Velasco encontró buenas tierras e hizo que se regaran mediante acequias o canales construidas por el diaguita.
Aunque el idioma de los originarios se dejó de hablar hacia el 1800, quedaron entre nosotros algunos resabios, tal es el caso de Tinkunaco. El evento histórico que originó el Tinkunaco riojano fue el alzamiento de los diaguitas en 1610 por el maestro Manuel Núñez. El jueves santo de 1593, a dos años de fundada la ciudad, se encontraba una multitud de gente con 45 caciques infieles con tropa y con jefe. Pedro Sotelo y Manuel Núñez con gran espanto no sabían qué hacer y dicho capitán ordenó que todos se armaran para lo que pudiera ocurrir.
El padre Francisco Solano los arengó a todos y este testigo no sabe en qué legua porque todos, tantos españoles como indios, le entendían con grandes sentimientos y fervor y de inmediato los indios puestos de rodillas derramando lágrimas pedían a este padre el bautismo y entonces dicho padre los abrazaba besándolo en la señal de paz y pidió este testigo que hiciese la procesión Y como los indios vieran a los españoles azotándose, preguntaron al padre Solano qué señal o invención fuese aquello.
Entonces el padre Solano con gran devoción y fervor les dijo que en una noche semejante de jueves Santo Nuestro Señor Dios fue flagelado por nuestros delitos y pecados. Terminada la predicación todos los indios con muchas lágrimas se desnudaron y muchos con cuerdas y con otras cosas que azotaban entonces el padre Solano los conducía y enseñaba y los retuvo a todos hasta que fueron bautizados cuyo número era de 9000 indios. No se menciona la causa qué motivo el alzamiento sin embargo la tradición oral dice que era el disgusto por los maltratos que recibían los diaguitas de parte de los españoles y el rechazo a la manera cómo eran gobernados y añade que se habían propuesto desviar el cauce del río para dejar sin agua a la ciudad y que apoyados por Fray Francisco Solano pusieron como condición de paz la destitución del alcalde y su reemplazo por el niño Dios. De allí el nombre Niño Alcalde.
El lugar de la parada militar habría sido en el que hoy se conoce con el nombre de las Padercitas deformación de la palabra pareditas. Allí los españoles habrían construido un fuerte cuyas ruinas están protegidas por un templete distante pocos kilómetros hacia el oeste de la ciudad. Lo aconsejaba la estrategia militar pues se encuentra precisamente en la puerta de la quebrada. Esto es entre el valle donde habían edificado la ciudad y el lugar donde habitaban Los Serranos o diaguitas. El artista plástico riojano Mario Asear construyó en 1993 un monumento que se aprecia en dicho lugar, tiene dos cuerpos separados uno mirando la ciudad y el otro mirando al cerro.
Las tres genuflexiones ante el Niño aAcalde replantearían todos los años el tema de la autoridad. El abrazo de paz que le siguen como aquel que les diera San Francisco indicaría la expectativa que el pueblo ponía en este nuevo esquema de gobierno.
El Tinkunaco identifica culturalmente La Rioja, es el rescate de la parte fundacional de su historia en la que el español y el diaguita se unieron para engendrar y dar a luz el pueblo riojano. Las tres genuflexiones no solo se hacen ante el niño alcalde sino también son la actitud que adoptan entre sí los integrantes de ambas procesiones para poder unirse y realizar el acto desde el respeto mutuo. Luego se introdujo la entrega de las llaves al Niño Alcalde y el 3 de enero el Inca se la devuelve.