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En La Rioja atraparon al «Gorilón», acusado por un crimen a los tiros en Córdoba

Era buscado desde hacía casi ocho meses, tras un homicidio ocurrido en IPV Argüello. La víctima fue un exconvicto que se movilizaba en un vehículo de alta gama.

La secuencia fue tan veloz como letal. Todo ocurrió el domingo 1° de octubre pasado, hace casi ocho meses, cuando Claudio «el Pescadito» Romero (39) frenó de golpe su Mercedes Benz A200 mientras circulaba por la intersección de Martín Fermín y Redelico, en barrio IPV Argüello, en las profundidades de la zona noroeste de la ciudad de Córdoba.

Dos hombres que se movilizaban en un Volkswagen Gol lo habían interceptado, mientras lo insultaban a viva voz.

«Pescadito», un hombre que había acumulado una importante fortuna pese a que había pasado la mayor parte de los últimos años en prisión, no se amilanó. Fiel a los principios «tumberos» de responder siempre ante cualquier provocación, abrió la puerta de su auto y comenzó a descender, para enfrentar a los que le habían cortado el paso.

Pero no le dieron tiempo para nada más. Los integrantes del Gol abrieron fuego. La balacera fue brutal: seis balazos calibre nueve milímetros impactaron en el rodado (uno en el paragolpes trasero, otro en el capot, bajo la óptica trasera izquierda, otro en la derecha, en el baúl y en el guardabarros derecho). Y un séptimo tiro se incrustó en la frente de Romero, que cayó sobre el asfalto.

En muy grave estado, alcanzó a ser trasladado por el servicio de emergencias 107 hacia el Hospital San Roque, donde minutos después los médicos informaron sobre su deceso.

Romero era conocido en la zona de IPV Argüello y en la aledaña villa Monja Sierra como «el Pescadito». Purgó una condena por un homicidio en 2004 y cuando estaba en libertad condicional fue detenido acusado de un robo en la zona norte de la provincia de Córdoba. Terminó en una celda del penal de Cruz del Eje, donde hoy recuerdan como pronto se erigió en un «pluma» (jefe de pabellón).

El 28 de febrero de 2022, el juez de Ejecución le dio la libertad condicional. A su última condena la iba a terminar de pagar el 31 de aquel octubre.

Su prontuario tenía varias líneas: robo agravado por despoblado y efracción, violación de domicilio, todo agravado por la participación de un menor de edad, además de tenencia ilegal de arma de fuego, por lo que recibió cuatro años de prisión que fueron unificado con los siete años de prisión que recibió en 2006 en la Cámara 4 del Crimen.

Para la fiscal Jorgelina Gutiez siempre hubo una misma hipótesis detrás de su crimen: un ajuste de cuentas. Dentro de esta teoría, se subrayó que días antes de ser asesinado, «Pescadito» había recibido unas amenazas en el marco de un conflicto con otro hombre por una mujer.

Para los sabuesos de la división Homicidios, el contexto de toda esta historia, en una zona donde hace tiempo que pulula el tráfico de todo tipo de drogas, terminó por ser fundamental para explicar la génesis del crimen.

Y fue así que pronto llegaron al nombre del principal sospechoso: Alejandro Godoy, a quien todos en esa parte del noroeste capitalino conocen como «el Gorilón». Pero cuando fueron a buscarlo, ya había desaparecido de los lugares que solía frecuentar.

«Se había vuelto un fantasma», apuntó un avezado investigador. El mismo domingo en que el «Pescadito» cayó asesinado, «el Gorilón» se había marchado de su barrio. El hombre, que también tiene un grueso prontuario, no daba señales por ninguna parte.

Esto obligó a los policías a armarse de paciencia. A comenzar un trabajo casi artesanal para intentar hallar algún indicio que permitiera saber hacia dónde se había marchado. Recurrir al ingenio para detectar qué teléfonos estaban utilizando sus contactos más usuales, para así lograr intervenirlos y captar alguna conversación clave.

Que fue lo que finalmente ocurrió. Los meses pasaron y el prófugo se relajó. Y habló de más. Y del otro lado, no había una sola persona escuchando, aunque ambos creyeran que sí.

Las coordenadas marcaron hacia la provincia de La Rioja. Ante esto, en las últimas semanas se comenzó a entrecruzar datos con los agentes locales, para intentar identificar dónde se estaba escondiendo «el Gorilón». Hasta que al fin fue localizado y detenido.

Ahora, se están cumplimentando los últimos trámites para ser trasladado, con las esposas colocadas, hasta la ciudad de Córdoba, donde la fiscal Gutiez lo espera para comunicarle que continuará preso, acusado del presunto delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.

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