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El Papa lamenta los destrozos causados por la guerra

En la basílica de San Juan de Letrán, Francisco explicó que hace falta en el mundo el pan «que sabe a gratitud, a libertad y a proximidad»

El Papa Francisco lamentó este domingo que muchas calles estén reducidas «a montones de escombros a causa de la guerra, del egoísmo y de la indiferencia», durante su homilía en la misa del Corpus Christi que presidió en San Juan de Letrán, después de varios años de ausencia en la basílica romana.

El Santo Padre regresó esa basílica romana para la celebración del Corpus después de que a partir de 2018 acudiera a lugares de los alrededores de Roma como el barrio de Casal Bertone u Ostia. Con la llegada de la pandemia de covid y posteriormente con sus problemas de movilidad y salud tampoco pudo celebrar allí esta fecha.

 

Pan que sabe «a gratitud, a libertad y a proximidad»

En esta fiesta en la que los católicos celebran la presencia de Dios en el pan de la Eucaristía, Francisco explicó que hace falta en el mundo el pan «que sabe a gratitud, a libertad y a proximidad».

«Vemos cada día demasiadas calles, que quizás alguna vez estuvieron perfumadas por el olor a pan horneado, ser reducidas a montones de escombros a causa de la guerra, del egoísmo y de la indiferencia», dijo.

Afirmó que «es urgente que el mundo recupere la fragancia buena y fresca del pan del amor, para seguir esperando y continuar reconstruyendo, sin cansarse nunca, aquello que el odio destruye».

Tras la misa se celebró la tradicional procesión y el Papa también acudió a la basílica de la Santa María la Mayor, desde donde impartió la bendición.

La festividad de Corpus Christi

La festividad del Corpus Christi fue instituida por el papa Urbano IV en 1264 trasal llamado «milagro de Bolsena».

En 1263, un sacerdote bohemio, Pedro de Praga, se dirigía hacia Roma cuando se detuvo en la cercana localidad de Bolsena para oficiar misa. El cura dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y pidió a Dios una «señal».

Según la tradición católica, algunas gotas de sangre salieron de la hostia consagrada, cayendo sobre el corporal, el lienzo que se extiende en el altar, encima del ara, para poner sobre él la hostia y el cáliz. La tela se guarda en la catedral de Orvieto, en el centro de Italia.

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