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El Obispo Braida ordenó dos nuevos sacerdotes en La Rioja

La ceremonia tuvo lugar el 15 de julio, en la catedral y santuario san Nicolás de Bari, durante la cual los diáconos Diego Olivera y Juan Manuel Gómez recibieron la imposición de manos del obispo.

El obispo de La Rioja, monseñor Dante Braida, presidió el domingo 15 de julio, en la catedral y santuario San Nicolás de Bari, la ordenación sacerdotal de los diáconos Diego Olivera y Juan Manuel Gómez.

En su homilía, el prelado recordó que «estamos aquí porque el Señor los ha llamado y los ha preparado para esta vocación y misión ministerial. Para que sean servidores en su Iglesia y en ella entreguen la vida».

Eso, destacó, «es motivo de alegría para ustedes, para sus familias, que también son elegidas, y es una alegría para todo el Pueblo de Dios». En el marco de los 90 años de la diócesis y en el mes de los mártires riojanos, planteó asimismo que «celebramos lo que puede realizar el Señor en quien confía y se deja conducir por Él».

Refiriéndose al lema que eligieron para la ordenación: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción» (Lc 4,18), el obispo consideró: «Ustedes ya fueron ungidos por el bautismo y la confirmación; por ello, el Espíritu Santo ya viene obrando en cada uno para que sean verdaderos cristianos. Ahora se suma otra unción en las manos para un servicio concreto: ser ministros, ser sacerdotes, ser pastores del pueblo de Dios unidos Jesucristo, el Buen Pastor resucitado».

«La mayor obra del Ungido-Mesías-Cristo será su entrega por amor en la cruz y su triunfo en la resurrección. Y ese es el gran anuncio que la Iglesia tiene que proclamar con palabras, pero sobre todo con su testimonio, con nuestras vidas. Somos testigos del Cristo-ungido muerto y resucitado», expresó, y añadió: «Solo unidos íntimamente a Él podrán llevar adelante esta misión».

Por eso, los invitó a buscar a Jesús constantemente: «Déjense encontrar por Él cada día, déjense transformar por su presencia, para que cada día Él crezca más en ustedes. Pidan para ello la gracia de la humildad. Si tenemos con esta unción un poder, una autoridad, es solo para servicio del pueblo, para el bien de un pueblo del que somos parte».

«De modo particular, este ministerio tenemos que vivirlo en la fraternidad sacerdotal. Junto con la imposición de manos del obispo, también lo harán cada uno de los presbíteros presentes. Es un signo claro y elocuente de que nuestro ministerio tiene una ‘radical forma comunitaria’», expuso, y agregó: «Queridos Juan Manuel y Diego, sé del deseo de cada uno de ser fieles a este llamado del Evangelio. Busquen responder a él con generosa entrega, pero no solos, sino siempre caminando con otros».

Finalmente, agradeció «a las familias de Diego y Juan Manuel, a sus padres particularmente, por haberles dado la vida, y a todos los que han colaborado con su educación en esta parroquia catedral, particularmente. Gracias sobre todo a Dios que, como buen artesano, de muchos modos y a través de muchas personas, fue forjando en ustedes esta bella vocación».

«Diego y Juan Manuel, Dios quiera que siempre sean agradecidos por esta unción, por este inmenso don que hoy reciben», concluyó el obispo.

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