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El obispo Braida hizo un balance del Sínodo

Puso énfasis en escuchar al otro, al que padece la guerra, al que tiene que migrar.
El obispo de La Rioja, Dante Braida expuso en conferencia de prensa los alcances y oportunidades que se fortalecieron en el Sínodo de la Sinodalidad. Fue transmitiaada por el canal de YouTube de la Diócesis de La Rioja y también se puede encontrar en el Facebook de la entidad religiosa.”El papa en el último mensaje afirmó que la sinodalidad no es un documento sino una experiencia de vida. Nos dijo: Ustedes los que están aquí, son los misioneros de la sinodalidad, tienen que transmitir la experiencia para que no solamente sean letras o un texto, sino compartir la vivencia”, destacó Braida.

“Sínodo significa caminar juntos. Vemos una comunidad que camina representada por diferentes tipos de personas y guiados por el Espíritu Santo. El lema es Por una Iglesia sinodal, comunión, participación y misión. Son 3 ejes que se fueron desarrollando en este camino recorrido. Sínodo es de origen griego que significa caminar juntos y también tiene otra acepción que es asamblea. Habitualmente la Iglesia hace asambleas sobre un tema determinado con representantes de todo el mundo. El Concilio Vaticano II celebrado hace 60 años tuvo representantes de todo el mundo y se trató, entre otros, el tema de la Iglesia y su actualización pastoral. Allí la Iglesia ahondó en su identidad y la importancia del diálogo con el mundo”, afirmó y así explicó qué significa este gran evento que se realizó en el Vaticano.

“Fue tan fuerte esa experiencia que el Papa Pablo VI dijo “mantengamos esto y cada tres años representantes de todo el mundo nos vamos a reunir para profundizar diferentes temas”. Es así que desde fines de 1968 se hicieron 16 sínodos sobre temas como los laicos, la misión, la palabra de Dios, los sacerdotes y los últimos con Francisco fueron el de la familia en 2016, el de los jóvenes en 2018 y este que tuvo la característica que el tema abordado sea la Sinodalidad, cómo hacer que en la Iglesia los bautizados caminemos juntos y ocupemos el lugar que a cada uno le corresponde en la Iglesia, la dimensión sinodal de la Iglesia con tres características: Participación, Comunión y Misión”, añadió.

“El sínodo tuvo 360 miembros que tuvimos voz y voto, después había otros en logística, facilitadores de las mesas, peritos que totalizaban 450 personas. Hasta el anterior era un semicírculo en donde nos sentábamos todos juntos, ahora fue por mesas de 10 miembros para que todos aportáramos y en cada semana se armaban las mesas con diferentes personas. En esa mesa todos tienen que hablar y hacer aportes sobre lo que estamos tratando, este modo da mucha más participación a los miembros y asegura que se puedan llegar a conclusiones más amplias. El que preside es el Papa con otros obispos que son parte de la secretaría del Sínodo y presidentes delegados”, acotó.

 

“Hay momentos en donde solo se trabaja en grupo en las mesas y allí el Papa no iba sino que estaba presente cuando se desarrollaban exposiciones más generales. Había momentos en que se exponía solo para la mesa y otros para toda la asamblea. Allí veíamos la gran representatividad de todas partes del mundo, escuchar voces con diferentes características y contextos donde se vive la fe. Por eso el trabajo en grupo era un trabajo desde las bases. Se trataba de ver lo que resonaba en el corazón, el Papa nos repetía que no era un parlamento, exponer ideas o exponer nuestra visión sino un espacio de conversión, de transformación y de aportar lo que creemos lo que el espíritu a cada uno nos suscita. Buscábamos sacar en común una propuesta para presentarla a la secretaría del Sínodo, este año tuvimos como variante que las mesas de igual idioma presentaban juntas las propuestas. Había 5 idiomas. De los 360 que participamos todos pudimos aportar algo a las conclusiones que salieron”, determinó.

 

“El sínodo fue convocado en 2021 y ahora hay un documento final con el que entramos en la etapa de implementación, reconocer lo vivido, profundizar entre todos lo que significa iglesia sinodal y poder ir haciendo las conversiones personales y comunitarias para tomar decisiones. El instrumento de trabajo tenía 4 partes: 1)Fundamentos de la Sinodalidad, bíblicos, teológicos, espirituales; 2)Vínculos: si queremos caminar sinodalmente siempre tenemos que aprender aceptar al otro, compartir lo que somos , los dones 3) Itinerarios: el camino es algo en donde siempre se aprende, son procesos, nadie cambia de un día para otro; necesitamos tener propuestas para iniciar y mantener la vida de fe 4) Lugares: la fe se vive en un contexto particular, con características propias; la realidad cultural, el contexto hace que la fe tenga distintas expresiones por eso hay ritos litúrgicos diferentes; a este tema se le dio un espacio especial porque el tema de los contextos es el lugar en donde se vive la fe”, dijo Braida.

 

“El sínodo comenzó con dos días de retiro. La religiosa y el sacerdote que nos lo dieron insistieron en el encuentro con Jesús resucitado, es lo fundamental de los apóstoles y cuando llegó el Espíritu Santo recién salieron juntos hacia la misión. El documento final tiene 5 partes, cada una de esas partes comienza con una cita bíblica del encuentro del resucitado con Pedro, Magdalena, los apóstoles”, agregó.

“Si queremos ser sinodales hoy debemos vivir una experiencia fuerte de Cristo sostenida en el tiempo y a la vez personal y comunitaria con un marco de misericordia. El Documento siguió el esquema del documento de trabajo con una quinta parte sobre la formación, si queremos ser una Iglesia sinodal tenemos que formarnos todos. Presentó contenidos de una Iglesia en donde tenemos que caminar juntos: la finalidad es una vida plena, Dios nos quiere vivos y felices y la felicidad es fruto del encuentro con Dios, quien guía a la Iglesia es el Espíritu Santo, tenemos que tener trato con él , seguir y discernir sus inspiraciones, el modo como obra en su pueblo. Otro punto importante es la Iglesia pueblo de Dios, sujeto de la misión; tema central del Vaticano II, la Iglesia es un misterio que nace de Dios y es también pueblo que está en contextos y lugares determinados. Como pueblo tenemos en común el Bautismo, la Iglesia sinodal destaca que todos somos bautizados, hijos e hijas de Dios, la primer dignidad y la más importante; si un sacerdote tiene un ministerio no lo pone por encima sino que lo pone al servicio del pueblo de Dios como bautizado con un carisma particular que Dios le da. El pueblo de Dios es el sujeto que lleva adelante la misión que Dios le ha dado a la Iglesia. La Iglesia somos todos los bautizados y tenemos que llevar a delante la misión y todos sujetos responsables para llevar adelante la misión de Jesús, si hoy muchos bautizados no se sienten Iglesia se trata de ver como cada uno puede aportar y ayudar con sus talentos, la participación de todos con corresponsabilidad es una característica”, aclaró.

 

“Algo importante: la escucha como punto de partida, aprender a escuchar a los que estamos caminando habitualmente y a los demás, comenzando por los pobres y por la casa común. Se recalca también un discernimiento comunitario, si hay una inquietud pastoral hay que ponerla sobre la mesa, escuchar, discernir lo que escuchamos y finalmente tomar decisiones; es un punto neurálgico, escuchar a todos, discernir es escuchar el espíritu y tomar decisiones condicionadas por todo lo aportado. Si tenemos que decidir está este camino previo por recorrer y lo siguiente es actuar en base a lo que decidimos”, subrayó.

“En este recorrido también intervienen los ministerios y los carismas, hay muchos talentos que los tenemos todos, por eso cuando alguien no participa de la comunidad se priva de esos talentos propios y únicos que Dos le ha dado. Descubrir que cada persona es valiosa y tiene aportes y carismas es un punto de partida para este camino sinodal. Los ministerios del orden u otros ministerios laicales son aportes de servicio para la comunión, la autoridad en la sinodalidad tiene que ver fuertemente con esto: ser instrumento de unidad, ayudar a que todos puedan expresarse y aportar sus talentos. Se habló mucho de la participación laical. En la sociedad hay problemas, desafíos y lo pensamos mucho desde los que estamos en la Iglesia, en la calle hay muchos bautizados que si los integramos aportan muchas luces para enfrentar esos desafíos”, graficó

“Todo esto implica un cambio en cada uno, en la Iglesia. Una espiritualidad sinodal es muy importante, la base de todo cambio que queramos hacer está en el vínculo con Dios, si eso no está será simplemente un cambio metodológico. El documento habla de que hay que fortalecer nuestra vida de oración, de encuentro con la palabra, la comunidad, la liturgia, la piedad popular que está en todo el mundo que es un modo de vivir la fe y es un tesoro que siempre tiene que ser un punto de partida”, indicó.

“La sinodalidad parte de Dios y siempre debe estar en tensión misionera, es para los demás, debeos vivirlo en donde estamos cuidando una formación que incluya a todos y la transparencia en la rendición de cuentas. Hacemos muchas cosas y no evaluamos, rendimos cuentas, mostrar con transparencia lo que nos cuesta, lo que nos salió mal tendría que ser parte de este camino que vamos haciendo. El método fundamental es la conversación en el espíritu. Características todas desarrolladas en el documento”, remarcó. “Esta Asamblea tuvo también como característica la cercanía del papa. Llegaba media hora antes del inicio de las sesiones y todos los que querían saludarlo, comentarle, darle un mate lo hacía. Él valoró mucho este momento de intercambio de donde sacaba mucho para su pastoreo como Iglesia. Como actividad extra sinodal fui a Monte Giorgio, el lugar de donde vinieron los padres de monseñor Angelelli y allí entronizamos una reliquia y compartimos con sus familiares. Fue muy lindo considerando que Angelelli estuvo en el concilio y quiso ponerlo en práctica en Córdoba y después en esta tierra riojana. Mucho de lo que hoy queremos vivir él lo intentó”, comentó.

“Otro evento lindo fue el sínodo del deporte. Se hizo un encuentro de deportistas que llegaron a Italia como migrantes, refugiados, capacidades diferentes y la iglesia los impulsó a participar en los Juegos Olímpicos. Fueron integrados a través del deporte y así vemos como la Iglesia está presente en distintos ámbitos y ayuda a cada uno a crecer en lo suyo. Para mí participar del Sínodo fue una gracia enorme. Detrás de cada uno de los convocados hay un país, un continente, un lugar. Escuchar esas voces fue muy fuerte, al que padece la guerra, al que tiene que migrar. Miro este camino con mucha esperanza. Abrimos espacios de participación, cada bautizado se siente parte de una Iglesia viva, dinámica de la cual soy parte. Eso le trae mucho bien a la sociedad, para que la misión de la Iglesia se desarrolle y para que cada uno podamos vivir plenamente la vida y la felicidad que Dios quiere para todos”, finalizó.

 

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