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Cinco playas, 24 oleadas y cientos de miles de soldados: los números del Día D, la operación militar más grande de la historia

Normandía fue el escenario que marcó un quiebre en las aspiraciones del Tercer Reich. Al noroeste de la costa francesa, se desató -hace exactos ochenta años- una acción bélica en la que intervinieron cerca de tres millones de personas. Los datos que ilustran el feroz combate entre las fuerzas aliadas y las tropas nazis que terminó, diez horas después, con una Alemania debilitada

El desembarco en Normandía es la operación militar más grande en la historia de las guerras por su gesta, por su proeza, por su audacia, por la estrategia, pero principalmente por la cantidad de instrumentos bélicos y de personas que estuvieron involucradas. Se estima que al menos tres millones de habitantes participaron de esta invasión en la costa noroeste de la Francia ocupada por el régimen nazi. Ocurrió el 6 de junio de 1944, hace exactamente ochenta años. Significó la avanzada militar que dio comienzo a la desarticulación del Tercer Reich y con ello al fin de la Segunda Guerra Mundial. Menos de un año después, el 30 de abril, Adolf Hitler se quitaba la vida en el búnker de la cancillería y el segundo día de septiembre de 1945, tras la capitulación postergada de Japón, se decretó la finalización del conflicto bélico, que -según estimaciones no oficiales- dejó un saldo de más de ochenta millones de muertes, por encima del 2% de la población mundial.

La decisión de invadir Europa a través del Canal de la Mancha y en la región de Normandía la había tomado el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, y el primer ministro británico Winston Churchill, en la Tercera Conferencia de Washington, conocida con el nombre en código de “Tridente”, entre el 12 y el 25 de mayo de 1943. Allí consagraron a los dos líderes de la Fuerza Expedicionaria Aliada: el general Dwight Eisenhower y el mariscal Bernard “Monty” Montgomery. Y establecieron las cinco playas del desembarco: Utah, Omaha, a ser tomadas por Estados Unidos, Sword y Gold, objetivo de los británicos, y la playa Juno destinada al desembarco de tropas canadienses y polacas.

Los aliados necesitaban abrir un segundo frente en Europa para desafiar el dominio del nazismo. Luego de la derrota de Hitler en Stalingrado, era menester socavar su autoridad desde otro ángulo: un desembarco masivo proveniente de Inglaterra para establecer una “cabeza de playa” al norte de Europa, con propósito de empezar a desmantelar el yugo nazi en el continente. La llamaron la Operación Overlord (“Jefe supremo”) y la primera fase, Neptuno: suponía la invasión anfibia más compleja del conflicto. “La de Normandía fue sin duda una batalla de material, y los soldados pudieron ver en todo momento el efecto de esto”, sostuvo el historiador alemán especializado en la Segunda Guerra Mundial y doctor por la Universidad Ludwig-Maximilians en Munich, Peter Lieb, en relación al uso masivo de armamento y material de guerra.

Los alemanes habían fortificado intensamente la costa atlántica para resistir cualquier ataque. Se la llamó la Gran Muralla del Atlántico. Esperaban alguna ofensiva del enemigo. Lo que no sabían era por dónde, cuándo ni cuántos. Fueron, en total, 24 oleadas aliadas que machacaron la resistencia. Era necesario, para los aliados, desviar su atención hacia un punto alejado del lugar elegido para el desembarco: la región de Normandía. La acción estaba prevista para el lunes 5 de junio, pero se retrasó por la vital intervención del capitán James Martin Stagg, quien como meteorólogo de la Real Fuerza Aérea, tenía la responsabilidad de pronosticar el clima sobre el Canal de la Mancha y las costas francesas. La meteorología era un factor determinante: nubarrones y tormentas impedirían el apoyo aéreo y el despliegue de paracaidistas en la noche previa, necesarios para asegurar la retaguardia de las líneas alemanas.

El viernes 2 de junio, los barcos ya habían sido cargados de soldados para la mayor operación militar de la historia: más de seis mil buques de guerra de doce países diferentes, una formidable fuerza aérea europea y americana, más de dos millones de hombres, civiles y militares, dispuestos a invadir el continente y acabar con el nazismo y la Segunda Guerra Mundial. Pero resultaba crucial que la ventana climática del caprichoso clima del Mar del Norte lo permitiera.

Era una operación militar de por sí arriesgada. Suponía una organización densa, con silencios y espionaje, una planificación extensa que ameritaba un despliegue de tropas estadounidenses para entrenarse junto a sus pares británicos y ensayar acciones navales. La avanzada exigía, a su vez, la intervención de una flota naval y aérea nunca antes registrada, más cientos de miles de soldados que debían trasladarse desde el sur de Inglaterra hasta el noroeste francés por un canal hostil, repleto de minas. El Día D desembarcaron 156.115 soldados en las costas de Normandía: 23.400 tropas aerotransportadas (paracaidistas y en planeadores) y 132.600 regulares, según precisiones del Museo de la Historia del Día D en Portsmouth, Inglaterra, y del US National Archive (Archivo Nacional de Estados Unidos). De este total, 73.000 soldados eran estadounidenses (15.500 aerotransportados y 57.500 regulares), 61.715 británicos (7.900 aerotransportados y 53.815 regulares) y 21.400 canadienses.

Este contingente partió desde numerosos puertos en el sur de Inglaterra con una flota de 6.939 buques. Entre estos había 1.213 buques de guerra, destacándose los acorazados HMS Rodney y USS Nevada, 736 naves auxiliares, 864 barcos mercantes y un total de 4.126 buques y lanchas de desembarco de todo tipo. La flota estaba operada por 195.700 marinos: 112.824 británicos, 52.889 estadounidenses y 4.988 pertenecientes a otros países miembros de la alianza.

Aunque para junio de 1944 la marina de guerra alemana, la Kriegsmarine, estaba casi desaparecida, la Luftwaffe, fuerza aérea, aún seguía siendo una amenaza, especialmente para los buques en el Canal de la Mancha. De esta forma asegurar la superioridad aérea durante toda la operación fue una prioridad, y los aliados desplegaron 11.590 aeronaves que realizaron 14.674 misiones sólo el 6 de junio. Entre estos figuraban 2.395 aviones de transporte, en especial los C-47 Skytrain, y 867 planeadores destinados a las tropas aerotransportadas. Los restantes 8.328 consistían en una impresionante flota de cazas y bombarderos, entre los que destacaban los P-47 Thunderbolt y B-17 Flying Fortress de Estados Unidos, y los Hawker Typhoon, Supermarine Spitfire y Avro Lancaster de los británicos.

Las fuerzas alemanas desplegadas para defender las playas de Normandía sumaban 40.000 soldados. Eran integrantes de divisiones estáticas, destinadas a tareas de guarnición y defensa. Muchos de estos soldados tenían escaso entrenamiento e incluían a numerosos extranjeros voluntarios o forzados a pelear por el Tercer Reich. La Luftwaffe contaba con 815 cazas y bombarderos, de los cuales se estima que la mitad estaban operativos y lograron lanzar apenas un puñado de misiones durante el Día D. Las tropas nazis abocadas a la defensa de la costa francesa eran, sin embargo, superiores a este contingente en número y calidad. Pero se encontraban desperdigadas por toda la frontera marítima o mantenidas en reserva. Creían que el foco del desembarco estaría en el Paso de Calais, más cerca a Gran Bretaña que la región de Normandía.

La mañana del 6 de junio las tropas regulares asaltaron la costa a bordo de sus lanchas de desembarco. Estados Unidos lo hizo en el oeste en las playas designadas Utah (23.250 soldados) y Omaha (34.250), el Reino Unido en Gold (24.970) y Sword (28.845), y Canadá en Juno (21.400). Antes, durante la noche del 5 de junio, dos grandes operaciones aerotransportadas se desplegaron en el oeste de Normandía con 15.500 paracaidistas y tropas a bordo de planeadores de Estados Unidos y 7.900 soldados aerotransportados británicos. El plan consistía en asegurar los flancos de la invasión y controlar puentes estratégicos tanto para permitir el paso de tropas aliadas como para frenar contraataques alemanes.

Fue, para los historiadores, “el día más largo del siglo”. Más de diez horas después, los aliados habían consolidado una “cabeza de playa”, una porción de la costa en su poder y defendible, que concedía a su vez el desembarco libre de más hombres, tanques, camiones y todo tipo de pertrechos. Para el 11 de junio, había ya 326.547 soldados, 54.186 vehículos y 104.428 toneladas de suministros en las playas, y pronto la cantidad de soldados superaría el millón y se daría inicio a una nueva ofensiva aliada que llevaría al quiebre del frente alemán, el cerco de sus ejércitos en Falaise y la carrera hacia la liberación de París, que llegaría en agosto de 1944.

Fueron cerca de 10.000 las bajas en el bando aliado, incluyendo muertos, desaparecidos y heridos, según las últimas cifras relevadas por la US National D-Day Memorial Foundation (Fundación Nacional Estadounidense en Memoria del Día D), Entre estos, la cantidad de caídos en combate asciende a 4.414, un número superior a las estimaciones anteriores, y que podría también subir en el futuro. Mientras que las bajas alemanas, entre desaparecidos, heridos y prisioneros, son difíciles de calcular por la falta de precisiones: se estima que fueron entre 4.000 y 9.000 muertos.

 

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