ANILLACO: Así está hoy la Tierra Santa del Menemismo
La Argentina en tiempos de Milei. Ruinas de los noventa y desconfianza hacia Javier Milei
El repiqueteo de los cascos de la mula en el asfalto interrumpe el murmullo de la brisa entre las hojas de viñedos y olivos. Cerca de la plaza principal, en el centro cívico, Rolando Bustamante ajusta las riendas y logra detener la marcha de “chus chus” que relincha en medio de la calle Los Terebintos. A Rolando le queda un largo trayecto hasta llegar a la Sierra del Velasco, adonde viaja para venerar al Señor de la Peña, una piedra con semejanzas al rostro de Cristo que congrega a fieles católicos en los días previos a la Semana Santa.
El corazón del menemismo
El hombre, de 48 años, muestra sus palmas y el lazo para certificar que es un artesano del cuero. Con serenidad, cuenta que siente en carne propia los efectos de una economía inflacionaria, porque se sustenta gracias a las “changas” y trabajos a destajo en las fincas. “La mano está dura, pero si no han fundido a la Argentina antes, menos ahora”, admite Rolando, padre de tres hijos. Sus sentidos se alertan cuando escucha la palabra “Menem”. Carlos Menem, diez años presidente, nació y se crió aquí, en Anillaco. Se echa el sombrero hacia atrás y sonríe amablemente, con una mueca nostálgica. “Yo lo conocí personalmente a Carlos. Un hombre de gran sabiduría. ¡Le hice asado! ¿Sabe? Y trabajé en el tambo de La Cecilia [que pertenecía a Cecilia Bolocco]; pero acá a los jóvenes no se acuerdan mucho, a ellos les gusta Milei”, dice, con naturalidad. El inesperado ascenso político de Milei provocó un resurgimiento de la cultura del poder del menemismo, la vertiente del PJ que marcó a fuego la década de los noventa en la Argentina. Después de años de ostracismo en la era kirchnerista, los Menem buscan recobrar protagonismo político de la mano del líder de La Libertad Avanza.
Desde que tomó el mando, Milei reivindica la figura del hombre que más tiempo gobernó el país de manera interrumpida: no solo pondera sus políticas, como las privatizaciones de empresas públicas y la ley de convertibilidad o la transformación económica, sino que le rinde tributos públicos en la Casa Rosada y se rodea de familiares del expresidente, como Martín y “Lule” Menem, a quienes designó en puestos codiciados. Sin embargo, el regreso virtual a la cúspide del poder de los Menem tiene un eco limitado en Anillaco, el corazón del imperio durante la década del gobierno menemista. En “tierra santa”, como la calificaba el expresidente, se produce una mutación extraña. Los pobladores más longevos añoran la época de Menem, pero no tributan políticamente a sus herederos. No hay un rebrote de menemismo y las opiniones sobre Milei se dividen. De un lado están los que sienten esperanza y apoyan el cambio de rumbo. Del otro, aquellos que están preocupados por la crisis y la recesión.
“Espero que Milei haga bien las cosas y no deje que se hunda el país”
ROLANDO BUSTAMANTE, ARTESANO EN CUERO
Vestido con un traje de baño y una remera de básquet de Los Ángeles Lakers, Sebastián Carrasco, de 30 años, le da una pitada a su cigarrillo y se acomoda en la silla. “A Menem se lo recuerda porque nos trajo el hospital, el jardín de infantes y el asfalto. Ahora la mayoría de la gente eligió a Milei, pero a mí no me gusta. Yo lo voté a Massa”, comenta Sebastián, que hace juegos de jardín y macetas en piedra en su casa. A su lado, Gisela Romero, una joven comerciante, no vacila: “Yo creo que se necesitaba un cambio en el país. Había mucha corrupción. Ojalá nos vaya bien, muchos no lo votaron porque tenían el voto comprometido, porque prometen ayuda”, susurra, apoyada en la puerta de una casa convertida en comercio. Es un puesto precario que vende bebidas y empanadas. Las ventas se movilizan en las últimas horas por la afluencia que provoca la competencia del rally riojano. El rugido de los motores altera la parsimonia de los moradores.
“No le veo similitudes a Milei con Menem; creo que hay que darle tiempo”
MARIANA PASARELLI, DOCENTE
La Rioja es uno de los enclaves de la resistencia de los caciques del PJ a la cruzada liberal de Milei. Si bien el líder de la Libertad Avanza se impuso en el balotaje en la provincia, el gobernador Ricardo Quintela, un aliado de Cristina Kirchner en el nuevo mapa de poder, confronta con el Presidente por los recortes en los giros discrecionales y la nueva política económica. Se jacta de aplicar otra receta para acumular poder: un Estado generoso y un uso discrecional de los recursos fiscales para llegar con el brazo asistencial a los sectores más vulnerables. “Puede ser que tengan ideas parecidas, pero Milei está haciendo un ajuste que Carlos Menem jamás haría”, comenta Fernando Delgado, diputado provincial del oficialismo, mientras se baja de una camioneta Nissan Kicks. Recién termina una recorrida y se mete en su casa, situada a metros de la hostería del Automóvil Club Argentino (ACA), un edificio simbólico del pago menemista. Delgado, de 46 años, militó en la JP cuando Menem era presidente, pero ahora tiene la camiseta de Quintela. “Yo siempre lo apoyé, pero la gente del pueblo no se siente identificada con los Menem que están con Milei; ellos no vienen casi nunca”, afirma.
En Anillaco solo quedan vestigios de la ambición conquistadora de Menem; no hay signos políticos de un liberalismo en efervescencia
Pese a la ola libertaria que sorprendió a la provincia en 2023, Sergio Massa ganó con comodidad en Anillaco, una de las diez localidades que conforman el departamento de Castro Barros, donde se registra un 74% de empleo estatal, según datos oficiales de 2023, y se siente el peso del aparato clientelar para comprar lealtades. En este departamento, que cuenta con 5810 habitantes, Massa le sacó a Milei una diferencia de 25 puntos. Martín Menem tampoco pudo hacer pie en el pueblo natal de su tío. Milei no lo arrastró ni en las primarias ni en los comicios generales, cuando fue electo diputado. Él lo atribuye a la incidencia del sistema de colectoras, que Quintela utiliza para amalgamar apoyos. En rigor, Carlos Menem, que fue candidato a senador en dos etapas, tampoco pudo volver a ganar en su tierra después de haber sido presidente. Sufrió la metamorfosis del peronismo.
“Tenemos un gran recuerdo de Menem; ahora estamos sufriendo la crisis”
SERGIO PERALTA, EMPLEADO MUNICIPAL
El renacimiento de la cosmovisión política, el estilo y la estética de los noventa que alentó Milei desde que desembarcó en la Casa Rosada no se cristaliza en el ambiente del lugar donde nació el expresidente. En Anillaco, el corazón del departamento de Castro Barros, que está ubicado a 90 kilómetros de la capital provincial, solo quedan vestigios de la ambición conquistadora de Menem. No hay signos políticos de un liberalismo en efervescencia. La localidad está plagada de postales de otra era política. El museo que inauguró hace seis años el gobernador peronista Sergio Casas para homenajear al “hijo dilecto” del pueblo riojano está cerrado por refacciones. La escultura que muestra a Menem sentado en su despacho, sonriente y con patillas, quedó ahora rodeada de tachos de pintura, macetas y conos de señalización vial. La “Rosadita”, el emblemático caserón que usó Menem en Anillaco como refugio, ya no recibe turistas. Apenas Milei tomó posesión, Zulemita, la hija del expresidente, que había firmado un convenio con la municipalidad después de la pandemia para permitir el ingreso al público de la propiedad, ordenó a los caseros que interrumpieran las visitas guiadas. Dijo que la notaba descuidada y que pretendía volver a ponerla en valor. Hasta ese momento el mantenimiento estaba a cargo de las autoridades municipales de Castro Barros, que alquilaban la casa para explotarla como un atractivo turístico del pueblo. Según fuentes oficiales, Quintela amagó con comprarla, pero la idea no prosperó. “Nos quedó un sabor amargo”, dicen cerca del caudillo peronista.
En el pueblo natal de Menem se sienten los efectos de la “motosierra” y la licuadora que aplica Milei para frenar la espiral inflacionaria de los últimos años
Eugenio Sánchez, uno de los encargados de cuidar el chalet, se ocupa de regar las plantas y evitar que se asomen curiosos. El césped está sin cortar y los yuyos cubren los bancos de madera al costado de la cancha de tenis. La pileta se ve semivacía y en la galería que da al patio interno solo quedaron unos sillones de mimbre. Las cámaras de seguridad vigilan el portón de ingreso y el icónico “quincho”, que guarda retratos de Menem y cuadros con imágenes de Perón y Evita, o de las andanzas automovilísticas del expresidente. En una esquina hay una foto de Menem con Quintela. Otra época. La pista de aterrizaje que se construyó en la entrada al pueblo natal de Menem durante 1997 y costó casi un millón de dólares también luce abandonada. El portón de hierro está cerrado con un alambre y no hay vigilancia. En la casilla de la entrada solo quedan latas de cerveza en el piso y rastros de un fogón. El baño interno está desmantelado, al igual que la pista. Ya no están ni los focos de iluminación ni las balizas de señalización. En el medio del asfalto agrietado pintaron con trazos de aerosol una letra “H” para marcar un punto aterrizaje de helicópteros. Según fuentes ligadas a la municipalidad de Castro Barros, donde gobierna Miguel de la Vega, aliado de Quintela, la pista “está operable”, aunque admiten que tiene poco uso. Eso sí: el “gitano” Quintela y un puñado de empresarios de la zona, como Juan Manzur, que ha visitado la finca de aceitunas Nucete, uno de sus negocios, o Carlos Spadone, que integró la mesa chica de los Menem y le compró la bodega familiar, han aterrizado sus aviones privados en los últimos años. También el expresidente Alberto Fernández se dio un gusto y la usó en 2020 para una visita a la provincia en la que anunció inversiones junto a Quintela en el Parque Eólico Arauco.
“Yo no lo voté a Milei, pero el país necesitaba un cambio”
GISELA ROMERO, VENDEDORA DE EMPANADAS
A la hora de la siesta, el silencio se entrecorta con el golpe del agua que fluye por las acequias. Juan, de quince años, espera a sus amigos al borde de una moto frente a la Plaza El Salvador. “De Menem no sé mucho; a mí me gusta Milei”, suelta mientras mira La Hostería Los Amigos, epicentro de las reuniones de funcionarios y hombres de poder del círculo menemista durante los noventa, que permanece cerrada hace años. Pese a que Quintela anunció en 2022 que la había recuperado de manos la empresa del juego MAC para restaurarla, las tareas no avanzaron. Según fuentes oficiales, trabajan para “ponerla en valor”, pero el viraje político a nivel nacional puso contra las cuerdas a Quintela. En enero evitó la hoguera en su provincia cuando desactivó la protesta salarial de la policía y anunció que emitiría cuasimonedas, una virtual declaración de guerra a Milei, ante la falta de fondos en sus cuentas por el freno de la asistencia de la Nación. Los “chachos” aún no circulan, pero crece el mal humor social con el gobernador por la gestión y el hundimiento de los sueldos. Los programas de asistencia social o planes de empleo mínimo son su herramienta de contención. En Anillaco se percibe una sensación de malestar con el Quintela. Mariana Pasarelli es docente en la escuela Domingo Matheu N°19, de Aminga, situada a cinco kilómetros de su casa. Ella recorre todos los días esa distancia en bicicleta. Cobra 400 mil pesos por turno y necesita trabajar en una pizzería los fines de semana para sostenerse. “Si no, me cago de hambre”, se sincera. Carga sus tintas contra los “manoseos” del mandatario y se muestra entusiasmada con Milei, pero no le ve similitudes con Menem. “Comparo la cuestión nacional con un hogar. Hay que ajustarse el cinto. Hay que darle tiempo a Milei; esto no se arregla de un día para el otro. No puede haber tanto despilfarro y cosas turbias”, comenta Mariana, a una cuadra de la casa donde se crió Menem. En esa casona viven ahora tres familias, que alquilan los ambientes. En el pueblo natal de Menem, ubicado a 1500 kilómetros de Buenos Aires, se sienten los efectos de la “motosierra” y la licuadora que aplica Milei para frenar la espiral inflacionaria de los últimos años. Se quejan, sobre todo, de los precios de los alimentos de la canasta básica, pero la mayoría luce paciente y comprensiva con el nuevo gobierno. “Tenemos un gran recuerdo de Menem: en esa época compraba un kilo de azúcar con cincuenta centavos. Yo no lo voté a Milei, pero no por eso quiero que le vaya mal”, comenta Sergio Peralta, un empleado municipal que trabaja en un centro de día para adultos mayores pero también hace changas. A metros de la Avenida Presidente Menem está el Centro Regional de Investigación Científica y Transferencia Tecnológica (Crilar), que inauguró el exmandatario en 1998 y tuvo un costo de unos seis millones de pesos. Hoy trabajan allí unas cincuenta personas, entre investigadores y becarios. En la puerta hay carteles contra los recortes de Milei en Ciencia y repudio a la idea de cerrar el Conicet. Temen sufrir el ajuste y que haya despidos. A pesar del impacto en el poder adquisitivo de su salario de la eliminación del Incentivo Docente y Conectividad, uno de los recortes que implementó Milei desde que gobierna, Myriam Leal, una maestra en el Jardín de Infantes N°7 Carlos Menem Hijo, confía en el nuevo gobierno. Ella hace dos turnos para juntar unos 600 mil pesos. “La mayoría tiene miedo a expresarse por si le quitan el plan, pero yo lo voté y tengo esperanza”, asegura.
Texto de Matías Moreno // Fotos Marcelo Aguilar
Para Diario La Nación