Angela Merkel alertó a sus conciudadanos sobre la situación actual.
Después de una larga reunión de casi 12 horas, la canciller de Alemania, Angela Merkel, y los gobernadores llegaron a una conclusión: blindar el territorio durante Semana Santa para enfrentar el nuevo aumento de los contagios de coronavirus. Del 1 al 5 de abril, la vida pública tendrá un cierre casi total. Pero las autoridades lo consideran necesario.
«La situación es grave. El número de casos aumenta exponencialmente y las camas de cuidados intensivos se vuelven a llenar», advirtió una muy seria Merkel en conferencia de prensa. La gobernante de Alemania fue contundente al hablar de que el país está frente a una “nueva pandemia”, debido a la propagación de las variantes del patógeno.
Tenemos un nuevo virus que es mucho más letal, mucho más infeccioso y contagioso durante mucho más tiempo.
Del 1 al 5 de abril la mayoría de los comercios estarán cerrados, las reuniones estarán prohibidas y los servicios religiosos serán anulados (o se celebrarán en línea), aunque los lugares gastronómicos podrán abrir el día 3. Por otro lado, los ciudadanos de la potencia europea no verán, por lo pronto, la ansiada flexibilización de las medidas: el Gobierno central y los regionales accionaron el “freno de emergencia”. El cierre de los lugares culturales y de ocio, los clubes deportivos y las limitaciones a las reuniones privadas se mantendrán hasta el 18 de abril.
No obstante, se descartó la implementación de un toque de queda nocturno y el cierre de las escuelas. Después de una clausura de los colegios desde diciembre hasta febrero, aún hay muchos estudiantes que no retomaron la vida escolar o que solamente asisten a clases presenciales uno de cada dos días.

La situación en Alemania se está agravando rápidamente. En las últimas semanas, la incidencia de la enfermedad escaló y llegó hoy a los 108,3 casos por cada 100 mil habitantes (superó los 100 por cada 100 mil que se había acordado para dar marcha atrás). La víspera se registraron 7.485 nuevos contagios y 250 fallecidos, según el Instituto Robert Koch. Mientras tanto, el Gobierno intenta acelerar la campaña de vacunación.