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Invitan a conocer la historia de los esclavos en “El Saladillo”

Ellos comenzaban a ser capacitados en oficio desde los 12 años. Un sitio rico en historia y paisajes paradisíacos.
En la antigua Estancia Jesuítica que se llamaba “La Saladilla”, los esclavos comenzaban a ser capacitados en oficios desde los 12 años. Esto es precisamente una de las tantas informaciones que salen a la luz en las caminatas guiadas que se pueden hacer en el Parque Arqueológico y Natural El Saladillo.

Allí vivieron casi un centenar de personas esclavizadas por el color de su piel, sometidos, considerados animales, sin ningún derecho, trabajando de sol a sol para producir riquezas para sus dueños.

En época de la Independencia, casi el 50% de la población de La Rioja eran “negros” africanos, mientras que los pueblos originarios que habían sido maltratados y diezmados no llegaban al 20%. En ese contexto, el mayor proceso de mestizaje se produjo entre europeos y africanos, dando como resultado lo que hoy somos.

El papel de la comunidad afrodescendiente en la historia de La Rioja fue sistemáticamente invisibilizado durante siglos. Aunque las contribuciones de las personas de origen africano fueron esenciales en campos como la música, la agricultura, el comercio y la integración de las montoneras federales, su narrativa quedó relegada en el discurso histórico.

La Quebrada está ubicada sobre la ladera oriental del cordón oriental del Velasco, a 20 km de la ciudad de La Rioja. Se trata de la primera casa que aparece con este estilo en La Rioja, que tiene sótano y estufa a leña, con techo plano en un sistema constructivo que se había inventado 20 años antes en Londres.

Uno de los aspectos documentados en este lugar, es la presencia de los pueblos originarios con familias ampliadas que ocupaban espacios separadas por unos 200 metros y que se dedicaban a la caza y a la recolección.

La casa impactó mucho en la población por la forma que tiene, luego viene el terremoto 1894 y la reconstrucción de La Rioja se hace en base a este estilo. Además, en esta zona se instalaron los Jesuitas, que en su tarea evangelizadora, educadora y productiva, construyeron una estancia que se dedicaba a la fabricación de cal, tinajas y tejas.

Posteriormente, la familia Luna Olmos construyó una casona que se hizo sobre las ruinas de la estancia. En esa casona fue a vivir un ingeniero francés junto a su hija, que murió en El Saladillo enferma de tuberculosis.

Si bien el ingeniero llegó a La Rioja para investigar la factibilidad de unir Catamarca y La Rioja a través del ferrocarril y trabajar en la explotación de la cal, la presencia de esta familia dejó una intrigante leyenda, ya que los pobladores de la zona todavía escuchan las dulces canciones en idioma extranjero que cantaba la joven que murió en este sitio.

 

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